Ser emprendedor no es una tarea sencilla. Se habla de éxito, de la posibilidad de crear algo nuevo, de generar empleo y de hacer realidad sueños. Pero la realidad es mucho más compleja. El camino del emprendedor está lleno de retos y obstáculos, y no todos son visibles a simple vista. Detrás de cada proyecto hay una historia de sacrificio, perseverancia, resiliencia y, sobre todo como me gusta siempre destacar, una constante gestión de la soledad. Estos son los temas tratados en el artículo de hoy escrito por nuestro CEO, Victor Giné.
La dificultad de ser emprendedor
El primer gran desafío al que se enfrenta un emprendedor es la soledad. No se trata sólo de estar solo físicamente, sino de la sensación de estar tomando decisiones que afectan a muchas personas, mientras muchos te observan desde fuera sin entender las implicaciones de esas decisiones. La soledad emocional es una carga que acompaña a los emprendedores en su día a día. Si bien es cierto que los emprendedores construyen equipos, la responsabilidad última recae sobre ellos, y esa carga es difícil de compartir. La gestión de la soledad, esa sensación de no tener a nadie con quien compartir la inquietud de cada día, puede ser abrumadora. Es una de las cualidades que, como emprendedor, más se debe aprender a gestionar.
La importancia de los valores: lealtad, humildad y compromiso
Otro de los grandes retos que enfrentan los emprendedores es encontrar personas que compartan valores auténticos. El trabajo en equipo es clave, pero encontrar personas que realmente estén comprometidas, que no estén motivadas sólo por el dinero y que sean verdaderamente leales y humildes, es una tarea compleja. En mi experiencia, he aprendido que la lealtad es una cualidad fundamental que no siempre se valora lo suficiente. La lealtad no es sólo hacia el proyecto, sino también hacia el equipo, hacia las personas que te acompañan en el camino. La humildad es otro pilar indispensable. Un equipo donde la humildad y el respeto mutuo sean la base, es un equipo que puede superar cualquier dificultad. Sin estas cualidades, es imposible lograr una verdadera colaboración. El ego es el peor enemigo de la personas.
Gestionar y crear, binomio indispensable
A menudo, la sociedad premia la capacidad de gestionar pero muy poco se valora la capacidad de crear. Y es que ya lo decía Albert Einstein «el verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación y la capacidad de crear». En España, por ejemplo, el sistema empresarial favorece a aquellos que gestionan bien los recursos, pero no siempre a aquellos que tienen la capacidad de innovar, de arriesgar, de crear algo desde cero. La creatividad es la que da vida a los proyectos, la que crea valor y el motor que impulsa el crecimiento económico y social. Sin creatividad no hay avance. No hay país que se levante sin personas que se atrevan a pensar diferente, a desafiar el status quo. Sin embargo, las ideas innovadoras y los emprendedores creativos a menudo se ven olvidados o incluso desalentados.
El sistema y la exigencia social
El sistema en España, como en muchos otros países, no siempre está diseñado para apoyar a los emprendedores. Las barreras burocráticas, la dificultad para acceder a financiación, los impuestos elevados y la falta de incentivos para quienes inician proyectos dificultan el camino de quienes quieren empezar algo nuevo. En el proceso de emprender, no sólo se luchan contra obstáculos económicos, sino también contra la falta de apoyo institucional y el escaso reconocimiento social. La sociedad, además, es extremadamente exigente con los emprendedores. Se espera que tengan éxito rápidamente, que cumplan con todas las expectativas sin margen de error. Pero lo que la mayoría no ve es todo lo que hay detrás: noches sin dormir, decisiones difíciles, momentos de desesperación, dificultades para pagar sueldos, presiones financieras. Y aún así, se espera que todo salga bien. Esa exigencia puede ser paralizante si no se cuenta con la resiliencia necesaria para seguir adelante. Además, tenemos muy penalizado el fracaso, no sólo socialmente, sino sistémicamente. Quién fracasa, en algunas ocasiones sale fuera del circuito económico, algo tremendamente injusto y donde se penaliza de manera radical a quien emprende; a veces de por vida. El fracaso debería ser una oportunidad más para emprender en según qué casos.
La resiliencia, confianza y perseverancia como claves del éxito
Lo que realmente distingue a los emprendedores que triunfan es su resiliencia. La capacidad de levantarse tras cada caída, de aprender de cada error y seguir adelante es lo que define el verdadero espíritu emprendedor. La perseverancia es fundamental, ya que el camino del emprendedor está lleno de desafíos que parecen insuperables en un primer momento. «Lo que realmente importa es como te recuperas, no cómo caes» dice Richard Branson. Si algo he aprendido es que no rendirse es lo único que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso, pero siempre acompañado de la gente adecuada.
La importancia del equipo: más allá del fundador
A menudo se habla del emprendedor como el «héroe solitario, pero lo cierto es que detrás de cada emprendedor hay un equipo, una familia y un conjunto de personas que no siempre son visibles pero que son esenciales para el éxito del proyecto. El emprendedor no puede hacer todo solo, y es fundamental rodearse de un equipo adecuado. Encontrar a las personas que no sólo tengan las habilidades necesarias, sino que compartan los valores de la empresa, es uno de los retos más grandes. En el mundo de los startups más, donde necesitamos ejecutivos, no cortesanos; compromisos, no involucración. Además, la gestión del ego y la generosidad, son otros dos factores clave de formar parte de un equipo: cuando tu marca personal forma parte de una marca «de un todo» empresarial». «Los logros más grandes de un equipo provienen de la colaboración, no de la competencia» decía Steve Jobs. En este sentido, he aprendido que rodearse de las personas adecuadas es clave. Las personas que sólo se mueven por dinero suelen ser las primeras en desaparecer cuando las cosas se complican. El dinero viene y va, pero la lealtad, el compromiso y la ética son los verdaderos pilares que sostienen a un equipo. Las personas que de verdad apoyan tu proyecto en los momentos difíciles son las que marcan la diferencia. La ética se confunde en muchas ocasiones; pero ya se sabe que nadie es perfecto, lamentablemente tampoco cuando se tratan de valores.
Lo que más admiro de los emprendedores
Lo que más admiro de las personas que emprenden es su valentía. Son personas que, a pesar de la incertidumbre, deciden dar el paso y crear algo nuevo, algo que no existía antes. La valentía de enfrentarse a lo desconocido, de tomar riesgos calculados, de crear valor donde otros ven obstáculos. Y todo esto lo hacen con humildad, con un enfoque de crecimiento constante, sin perder de vista el propósito que los mueve. Y es que «el éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos día a día» Robert Collier. Durante el año 2024, he tenido la suerte de conocer a grandes emprendedores, a personas que han demostrado una resiliencia y una capacidad de lucha que nos han inspirado profundamente. Estas personas, con su ética, su dedicación y su compromiso, son la razón por la que sigo creyendo que podemos cambiar las cosas, y tener el propósito de ayudar a nuestros creadores de país, los auténticos impulsores de un estado.